Se puede llorar de alegría,
También reír de tristeza.
Sus enormes sonrisas nos enamoran, nos parece que rebosan felicidad, pero no es más que un gesto social, de acogida, de hacer sentir ese bienestar que ellos no sienten y por el que son capaces de jugarse la vida.
Puede parecer muy exótico estar un día sin luz, sin agua, sin cobertura telefónica, orinando en una letrina y comiendo arroz con las manos. Es fácil idealizar la pobreza sabiendo que la semana que viene, con total seguridad, vas a tomar tu avión de vuelta a la comodidad. Pero ellos no lo necesitan porque “son felices así”, “son felices sin nada”. Ahora bien, que luego se jueguen la vida cruzando desiertos y mares… Eso es ya otra historia demasiado compleja para dos semanas.
Se puede reír de tristeza??