Sedientas y hambrientas
Sufre y clama al cielo justicia la población olvidada, lo que por no ser no son ya ni los nadie.
Los que hasta ahora no tenian ni derecho a ser escuchados.
Los que clamavan al cielo y el viento se llevaba sus llantos al lugar de no retorno.
Ante un cielo desnudo de nubes, el Sol arde sin piedad y evapora el agua exprimiendo el agua corporal y estirando el alma al cielo.
Con el sudor de mi cuerpo voy a trabajar esta tierra para convertir el desierto en jardín de maíz, trigo y patatas.
