Coopera con respeto, calidad, profesionalidad y excelencia
La solidaridad mal entendida puede perjudicar más que hacer bien. El autor de este texto lo ha vivido en su piel desde sus inicios como voluntario hasta su posición como director de un hospital rural en Etiopía
No pretendo dar una lección a nadie, al contrario; la redacción de este artículo nace de mis propios errores y prejuicios, así que me gustaría compartirlo para que no cometáis los mismos que yo. Hace más de siete años llegué a Etiopía por primera vez. Lo hice con un corazón dispuesto a ayudar y salvar el mundo, con una mente llena de desconocimiento, una mochila cargada de prejuicios y verdades a medias. Durante esos años viviendo en este país del cuerno de África, y con estancias también en Honduras, Senegal y Angola, he aprendido lo equivocado que estaba.
Llega el calor, con ello el verano, las vacaciones y el auge del espíritu de ayudar, cooperar… Está de moda la solidaridad y esto es bueno si se hace bien, pero puede perjudicar mucho en caso contrario. Uno de los principales problemas es que demasiadas veces damos la imagen de blanco-bueno-busca-negro-pobre de la que ya hace años nos advirtió Gustau Nerín con su libro homónimo. Debemos evitar el postureo, el volunturismo, y para ello te recomiendo ir sin cámara de fotos y sin móvil, ser capaz de no tomarte ni una foto. Es la mejor manera de no caer en el vicio de colgarla en las redes.
No es ir a tener una experiencia, es ir a trabajar. Y para ello, no todo vale. Lo mismo que exigimos en cualquier trabajo y voluntariado en España —formación, compromiso, valores, responsabilidad, ética, moral…— debemos exigirlo en los otros países. No por disponer de menos recursos debemos permitir que todo valga, debemos apostar por la misma excelencia que en cualquier otro lugar.
https://elpais.com/planeta-futuro/2021-07-19/la-cooperacion-y-el-dia-de-la-marmota.html
Reflexiones de un pediatra sobre lo que significa ir a trabajar como médico a un país africano como Etiopía y cómo lo vive la población local
Poco se habla del síndrome del día de la marmota en cooperación, quizá porque quienes más lo sufren son los locales y no los cooperantes. Hace más de ocho años que pisé por primera vez Etiopía, no soy el mismo que llegó: en este tiempo me he equivocado, he cometido errores. Para no tropezar dos veces con la misma piedra, he preguntado, leído, analizado, escuchado. Espero estar aprendiendo, aunque confieso que si sigo tropezando con piedras en el camino, al menos, que no sea siempre la misma. Ahora ya no escondería medicamentos caducados entre la ropa al fondo de la maleta para pasar el control del aeropuerto
Estas palabras que estás leyendo las escribe un inmigrante, ilegal, sin papeles. Pero esto no es todo, además traficante de drogas. Te voy a hablar de cuando me descubrieron y cómo me las ingenié para no acabar en la cárcel. Esta es mi historia.
Llegué en avión, aterricé en la capital de Etiopía queriendo no solo cambiar el mundo, sino incluso salvarlo. Te pregunto: ¿sabes cómo me imaginaba Etiopía antes de ir? ¿Qué es lo primero que te viene a la mente si hablamos de Etiopía? Para mí, el cuerno de África y el resto del continente por extensión era un paisaje desértico con poblados de adobe y paja, niños con desnutrición, un país lleno de conflictos, miseria, pobreza.
Aterricé en el aeropuerto de Addis Abeba, y al salir me quedé impactado: lo primero que vi fue una autopista bien asfaltada y llena de coches, edificios bien altos de más de veinte y treinta pisos. Personas bien vestidas, algunas incluso con traje y hablando con un smartphone de última generación. ¿Y sabes que pensé, entonces?
-Ah, esto no parece África.
No es lo que me esperaba encontrar. No se correspondía con la imagen preconcebida y estereotipada que tenía en mi mente. Tengo prejuicios.
TEDTalk: Prejuicios, errores y aprendizajes en cooperación
Iñaki nos invita a viajar a Etiopía con el fin de derrumbar mitos, prejuicios y estereotipos que existen sobre este y otros países africanos. A través de su experiencia podremos acceder a una mirada libre de paternalismos y comprender la necesidad de construir una nueva colaboración entre personas y países con una relación de igual a igual. Este pediatra barcelonés ha creado la ONG “Alegría sin Fronteras” y es coordinador de los proyectos sanitarios en Etiopía, donde trabaja con pasión, entusiasmo y amor para mejorar la salud materno-infantil en el país, con excelencia y liderazgo etíope. This talk was given at a TEDx event using the TED conference format but independently organized by a local community. Learn more at https://www.ted.com/tedx
10 cosas que NO debes hacer cuando haces cooperación
- No juzgar
- No te engañes ni engañes. La desigualdad existe. Para luchar contra la desigualdad lo primero es reconocerla. El cooperante parte de una posición de superioridad
- No imponer
- No hagas en otro país lo que no harías en el tuyo
- No lleves medicamentos caducados. No lleves medicinas ni material sanitario que se pueda comprar en el país al que vas, ni lo entres al país sin los permisos adecuados.
- No hagas cooperación con visado turista
- No vas a ayudar solo en lo que haga falta sino también en lo que sabes hacer. La buena voluntad es necesaria pero no es sufiente.
- No realices un fotografía sin Antes pedir consentimiento, a poder ser escrito. Evitar que el menor pueda ser identificado. Evita cualquier tipo de fotografías denigrantes. Evitar siempre que puedas realizar fotografías. Trabaja con discreción. Evita el postureo, el volunturismo.
- No hagas postureo, no volunturismo, no influencers, no youtubers: O lo que es lo mismo, discreción: que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha.
- No pretendas ser unos de los reyes magos, es decir, no ir repartiendo ni ropa ni caramelos ni nada a diestro y siniestro
- No pienses que en un mes vas a cambiar el mundo. Ni en tres…
10 cosas que el voluntariado NO es:
- Un curso de idiomas.
- Un campamento de verano.
- Un centro de terapia para encontrarte a ti mismo.
- El lugar para mejorar tu estado anímico.
- Una catapulta para influencers (personajes influyentes en las redes sociales).
- Unas vacaciones baratas.
- Un lugar para solucionar tus problemas personales.
- Un centro de autoayuda.
- Un campo de experimentación de tus habilidades médicas, sociales, lingüísticas.
- Un lugar para ampliar la experiencia en tu currículo profesional.
10 consejos que hubiese agradecido antes de realizar voluntariado:
- Ir sin capa de superhéroe.
- No utilizar el voluntariado como una huida.
- Controlar las fotografías.
- Evitar el postureo.
- Evitar prejuicios.
- No llevar medicamentos caducados.
- Convalidar siempre los títulos.
- Para mí es la experiencia de mi vida, pero para ellos es el día a día.
- Mi actuación durante unos meses seguramente no provocará ningún cambio inmediato.
- No tengo que querer cambiar todo lo que no me gusta.
10 cosas que me encontré en África y no me explicaron antes:
- Riqueza.
- Smartphones de última generación.
- Rascacielos.
- Prestigiosas universidades en las que se gradúan cada año profesionales con una formación excelente.
- Restaurantes de lujo.
- ONG locales que promueven el desarrollo.
- Movimientos feministas liderados por mujeres etíopes.
- Realidades diversas más allá de los tópicos.
- Trabajar en un país de África exige la misma calidad, profesionalidad que hacerlo en uno de Europa.
- Hospitales con tecnología puntera.
¿Quiénes son los cooperantes?
Siguiendo la definición de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), un cooperante es “un profesional que trabaja en un país en vías de desarrollo, tanto en el ámbito del progreso como de la ayuda humanitaria, al servicio de una entidad promotora de la cooperación internacional”, es decir, una ONG o cualquier otra entidad física o jurídica, pública o privada, que impulse acciones de cooperación al desarrollo en países que el Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE define como tales o, requieran de ayuda humanitaria por una situación de emergencia.
Breve manual de ida y vuelta cargado de ironía para familiarizarse con los prejuicios y estereotipos heredados de la mirada colonial que lastran nuestro equipaje cuando trabajamos en África, según la experiencia en terreno de los autores
En los inicios del siglo XXI, el escritor keniata Binyavanga Wainaina publicaba un irónico y certero artículo:Cómo escribir sobre África. En el mismo explotaba los clichés sobre el continente para mostrar en una especie de lúcida guía los prejuicios que nos brotan espontáneos cuando hacemos referencia a él. Inspirándose en ese texto, Desmon T. Jumbam, especialista de la universidad de Harvard, repetía el ejercicio, trasladándolo esta vez a su ámbito de la salud global, para denunciar con parecida retórica cómo se cae en las mismas trampas que denunciaba satíricamente Wainaina. Leer ambos artículos es un difícil ejercicio para los que, como nosotros, hemos estado repetidas veces en África, tanto como visitantes como trabajadores.
De hecho, es el principal terreno donde desarrollamos nuestra labor. Y resulta complicado porque no estamos libres de haber incurrido en la gran mayoría (quizá la totalidad) de errores que ambos artículos reflejan. Sí, nosotros hemos sido esos blancos que se han visto atrapados en la visión de un África donde late “el corazón de las tinieblas”. Aquellos que, a los pocos días de llegar, nos veíamos capaces de hacer un análisis médico de una enfermedad desconocida, o de entender el contexto social para resolver las necesidades de esas poblaciones africanas que en adelante llamaríamos “vulnerables”. Basado en los artículos de Wainaiana y Jumbam, hemos elaborado un pequeño protocolo de iniciación para todos aquellos que deseen pisar los mismos charcos que nosotros. Comencemos.
En la carta de presentación para la organización que te acogerá no olvides escribir algo así como “es el sueño de mi vida, siempre he querido hacerlo, quiero ser útil”. También puedes hacer referencia al vacío existencial que te supone la vida en España y que vas a África a encontrarte a ti mismo (no dudes que te encontrarás, y lo más probable es que te sorprenda el resultado). No te preocupes si lo que te hace falta es tiempo. No es necesario que renuncies a tu vida por varios años, con dos o, como mucho, tres semanas ya puede ser suficiente para cambiar el mundo. En ese tiempo ya habrás entendido muchísimas cosas, entre otras, las complejas interacciones que perpetúan los círculos de la pobreza.
En la carta de presentación para la organización que te acogerá no olvides escribir algo así como “es el sueño de mi vida, siempre he querido hacerlo, quiero ser útil”
Antes de partir, prepara bien la maleta. No olvides realizar una recogida de material sanitario. Acepta todo tipo de medicamentos: no importa que estén caducados o que todos los prospectos estén en español y allí nadie los entienda. Está claro que todo ayuda. Incluso dos comprimidos sueltos de un fármaco cualquiera, una venda deshilachada o un guante de látex sin par. Eso sí, prepárate tú mismo con calzado, pantalones y camisas de calidad, preferentemente de tipo safari, que te permita mantener la dignidad entre los sudores del calor tropical y convertirte en el super-cooperator con el que siempre has soñado.
Una vez hecho el equipaje, ya puedes irte a ayudar en “lo que haga falta”, ya se sabe que en África todo vale, no es necesario que tengas experiencia. Si eres pediatra, enfermera o epidemiólogo, aunque en España nunca te atreverías a realizar una cesárea, drenar un absceso, reducir una fractura, pautar un tratamiento de una enfermedad desconocida ni criticar las decisiones de compañeros con más experiencia, no te preocupes, en África todo eso es posible: porque lo que se necesita allí son conocimientos y médicos, así en general, hayas hecho lo que hayas hecho previamente.
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