Acabar con la mutilación genital femenina para 2030
La mutilación genital femenina (MGF) es una práctica que implica la alteración o lesión de los genitales femeninos por motivos no médicos y que internacionalmente es reconocida como una violación grave de los derechos humanos, la salud y la integridad de las mujeres y las niñas.
Puede causar complicaciones de salud a corto y largo plazo, incluido dolor crónico, infecciones, sangrados, mayor riesgo de transmisión del VIH, ansiedad y depresión, complicaciones durante el parto, infecundidad y, en el peor de los casos, la muerte.
Esta práctica se concentra en cerca de 30 países de África y de Oriente Medio y Asia meridional, así como algunos países asiáticos (India, Indonesia, Iraq y Paquistán) y algunas pequeñas comunidades de Latinoamérica. Asimismo, persiste en las poblaciones emigrantes que viven en Europa Occidental, en Norte América, Australia y Nueva Zelanda.
En 2020, la pandemia de COVID-19 ha afectado de manera negativa y desproporcionada a las niñas y las mujeres, lo que ha dado lugar a una pandemia en la sombra que entorpece la consecución de la meta 5.3 del ODS sobre la eliminación de todas las prácticas nocivas, incluida la mutilación genital femenina. El Fondo de Población estima que debido a las interrupciones en los programas de prevención relacionadas con la pandemia podrían derivar a lo largo del próximo decenio en 2 millones de casos de mutilación genital femenina que, de otro modo, se podrían haber evitado. En respuesta a esta nueva situación,las Naciones Unidas, a través de su programa conjunto UNFPA-UNICEF, han ido adaptando las intervenciones para garantizar la integración de la mutilación genital femenina en la respuesta humanitaria, así como la ayuda posterior a las crisis.
Para promover su erradicación es necesario realizar esfuerzos coordinados y sistemáticos en los que participen las comunidades en torno a la concienciación sobre los derechos humanos, la igualdad de género, la educación sexual y la atención a las víctimas de la ablación.
¿Beneficios para la salud? Ninguno. ¡Solo daños!
En términos generales, los riesgos aumentan a medida que lo hace la gravedad del procedimiento.
Las complicaciones inmediatas pueden incluir:
- dolor intenso;
- hemorragia;
- inflamación de los tejidos genitales;
- fiebre;
- infecciones como el tétanos;
- problemas urinarios;
- lesiones de los tejidos genitales vecinos;
- estado de choque;
- muerte.
Las consecuencias a largo plazo pueden ser:
- infecciones urinarias (micción dolorosa, infecciones del tracto urinario);
- problemas vaginales (leucorrea, prurito, vaginosis bacteriana y otras infecciones);
- problemas menstruales (menstruaciones dolorosas, tránsito difícil de la sangre menstrual, etc.);
- tejido y queloide cicatriciales;
- problemas sexuales (coito doloroso, menor satisfacción, etc.);1
- mayor riesgo de complicaciones en el parto (parto difícil, hemorragia, cesárea, necesidad de reanimación del bebé, etc.) y de mortalidad neonatal;
- necesidad de nuevas intervenciones quirúrgicas, por ejemplo cuando después de haber sellado o estrechado la abertura vaginal (tipo 3) hay que practicar un corte para ensanchar la abertura y hacer posible el coito y el parto (desinfibulación); en ocasiones la zona genital es cosida repetidas veces, incluso después de que la mujer dé a luz, con lo que esta se ve sometida a aperturas y cierres sucesivos, cosa que acrecienta los riesgos tanto inmediatos como a largo plazo;
- trastornos psicológicos (depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático, escasa autoestima, etc.);y
- complicaciones sanitarias de la mutilación genital femenina.
El movimiento Amarillo
El compromiso de las jóvenes de Etiopía para cambiar la cultura del acoso sexual, la violación y la violencia doméstica. Para las mujeres, es el tiempo de hablar.
Jóvenes activistas feministas graduadas en la Universidad crearon en 2011 en Addis Abbeba un movimiento para empoderar a las mujeres. Para tomar conciencia sobre la violencia de género, para dar voz a las mujeres, una plataforma para contar los terribles testimonios sobre la violencia física y sexual que sufren, un compromiso para cambiar la cultura del acoso sexual, la violación y la violencia machista en su país.
No ha sido hasta 2016 que un país como Etiopía ha incluido la violencia de género como uno de sus indicadores. Según encuestas del gobierno, el 35% de las mujeres casadas han sufrido violencia sexual, psicológica o física por parte de sus parejas. Y el 59% ha sufrido violencia sexual en algún momento de su vida. De hecho las mujeres son sometidas a acoso sexual y abuso a diario. No solo acoso verbal, sino, tocamientos de sus partes íntimas. Pero como sucede en tantos países, las mujeres no lo denuncian. Principalmente porque nadie las cree, y también porque existe la mentalidad de culpar a la víctima.
Además de dar voz, recaudan fondos para ayudar a niñas a ir a la escuela, les proporcionan productos sanitarios básicos y materiales. Crean conciencia sobre la salud materna. Es un hecho triste y bien conocido que Etiopía tiene una de las tasas de mortalidad materna más altas del mundo y muchas madres mueren porque pierden sangre durante el parto. Cada día mueren durante el embarazo o el parto por una causa evitable. Casi 300.000 madres mueren al año. Cada minuto, mueren 6 recién nacidos a causa de problemas de salud de la madre. Son 8.500 recién nacidos al día. Más de 3 millones de niños al año.