Gambo, un poema eterno en la sinfonía de la existencia

En el susurro de los rumores, Gambo exhalaba un hedor distintivo, como una antigua sábana impregnada de vómito agrio, secada bajo la caricia del sol. Para algunos, era el penetrante perfume de trapos ancianos manchados de heces diarreicas, amontonados y acariciados por una mucosidad verde.

Pero lo que el viento no revelaba es que en Gambo también danza un aroma apasionado a café recién molido, deslizándose con gracia por las fosas nasales y acariciando los poros de la piel, desterrando cualquier recuerdo de fragancias anteriores. Y en las noches de frío, el humo del fuego de leña transforma hogares en cálidas moradas. Gambo no solo huele, sino que es un refugio perfumado de esperanza.

 

Aprendí a no conformarme con las leyendas ajenas, a explorar, a agudizar los sentidos en las aguas de los ríos, en las orinas, las heces y los cafés, porque eso es la vida: alegría y tristeza, vida y muerte. Eso es Gambo. Pero, sobre todo, es amor y esperanza; vida que florece entre las cenizas fértiles, como un poema que despierta en la penumbra.

Cuatro años después de concluir mis estudios de Medicina en la Universidad de Barcelona y mientras acariciaba la especialización en Pediatría en el Hospital General de Granollers, mis pasos abrazaron por primera vez la tierra roja de Gambo. Ese instante no fue solo un cambio, sino una sinfonía transformadora en mi existencia. Los cuatro meses de prácticas en el Departamento de Pediatría se convirtieron en una danza desde Barcelona hasta el pueblo etíope, con la misión aparentemente imposible de salvaguardar el cierre del Hospital de Gambo, faro solitario de atención sanitaria para la humilde población rural del sur.

Comencé mi voluntariado en el departamento, pero, sin creerlo ni esperarlo, el pueblo me elevó a director médico del hospital. La emoción florece al rememorar las primeras palabras que encabezaban el diario de mi vida en Etiopía, escritas hace más de una década, pero guardadas en mi ser como versos atemporales.

Gambo tiene su propia poesía. Es una experiencia trascendental en todos los sentidos y facetas de la vida: médica, personal, humana y espiritual. Sobrecogedora. Deslumbrante. Alumbrante. Impactante. Inolvidable. Vinculante. Excepcional. Donde la vida y la muerte no rivalizan, sino que entrelazan sus brazos en una danza única de valentía y compasión, creando un poema eterno en la sinfonía de la existencia.

 

Gambo, un poema eterno en la sinfonía de la existencia Voluntariado en África  Gambo, un poema eterno en la sinfonía de la existencia Voluntariado en África

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