El óbito

Cerca de mil personas se encuentran alrededor de una de las casas más humildes de los alrededores de la ciudad. Paseando por las calles de los suburbios de la ciudad nos encontramos con esta multitud aglomerada llamando nuestra atención. Pero aún más nos llama la atención lo que todas las personas sujetan en la mano, el ver que a pesar de encontrarse en una humilde casa elaborada a base de adobe y paja, las cerca de mil personas sujetan un plato de comida en su mano.
Cerca de mil personas están comiendo. Pero no sólo eso, sino que esta humilde familia que vive en muy humildes condiciones están dando de comer a cerca de mil personas… y cuando oscurezca dará acogida a muchas de ellas dentro de sus pequeñas paredes.
Esto, queridos amigos, es el óbito, el ritual del óbito… la ceremonia que prosigue a la muerte.
Con cuerpo presente van llegando a la casa del familiar más próximo al difunto, uno tras otro amigos, familiares, vecinos y personas más o menos allegadas que han tenido relación más o menos estrecha con el difunto… Son encuentros multitudinarios alcanzando sin muchas dificultades el millar de personas.
Llega la hora de enterrar el cuerpo sin vida. En fila, van todos hacia el cementerio donde será enterrado. Luego, regresan también en multitudinaria fila a la misma casa del familiar del difunto, donde tras el ritual de purificación de manos se procede a repartir comida al millar de personas. Grandes recipientes que contienen arroz se colocan de manera estratégica en los distintos puntos de la casa, junto a centenares de platos.
Se dividen: hombres por un lado y mujeres por el otro. Las mujeres lloran, se consuelan, hacen la comida y lavan los platos. Los hombres juegan a cartas, ríen, hablan y beben… beben mucho…  Muchos alcohólicos que tras grandes esfuerzos y terapias han conseguido abandonar el alcoholismo… en los óbitos recaen…
Pasarán toda la tarde. Algunos de ellos incluso la noche. Y al día siguiente… prosigue el encuentro.

Ha pasado ya un día del entierro, pero en la casa prosiguen cerca de mil personas… Alguna ya se han marchado, pero otras continúan llegando. Llegan ahora las personas que acuden de lugares más lejanos y que no han podido acudir antes a la cita.
Ha pasado ya un día del entierro, pero la mujer que acaba de llega a dar el consuelo, entra a la casa llorando y gritando, y se pasea de este modo por toda la casa.

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