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Hay algo mejor que salvar vidas: Enseñar a salvarlas

Hay algo mejor que salvar vidas: enseñar a salvarlas”

Nacer en Etiopía es un reto; sobrevivir a las primeras 24 horas, un desafío. El pediatra Iñaki Alegría Coll habla de su trabajo en el Hospital General Rural de Gambo

IÑAKI ALEGRÍA
Gambo (Etiopía) – 31 MAY 2018 – 00:02 CEST.

Artículo publicado en El País Planeta Futuro

https://elpais.com/elpais/2018/05/29/planeta_futuro/1527602141_306370.html

Hay algo mejor que salvar vidas: Enseñar a salvarlas alegria gambo alegria sin fronteras África

Mi corazón, de golpe, late con fuerza y está a punto de estallarme el pecho. Todo ha ido bien en el parto de Momina, hasta que, al avanzar
la cabeza del bebé, me encuentro el cordón umbilical estrangulando su cuello débil.

La comadrona, sin embargo, afloja la horca involuntaria con habilidad y el pequeño sin nombre se desliza entre un río de sangre. Un cuerpo flácido, azul como el cielo, llega al mundo, no sabemos si también a la vida. Pinzamos el cordón que une la placenta materna con el bebé y esperamos a que su llanto infle de aire sus recién estrenados pulmones, pero pasa un segundo que se hace eterno y no llega ningún sonido.

Tomamos el cuerpo, inerte, inmóvil, y lo colocamos en la cuna de reanimación. Aparentemente está sin vida, pero entre nuestros dedos podemos sentir el latido del cordón umbilical. Late el cordón, late el corazón del bebé y el nuestro aún más. Está vivo.

Ahora cada segundo que pasa juega en nuestra contra, es un paso atrás de la vida y uno adelante hacia la muerte. Hay que actuar con premura, pero con precisión y profesionalidad.

Tomamos el ambú [el resucitador manual], colocamos de manera hermética la mascarilla cubriendo su boca y nariz y empezamos a apretar, insuflando el aire. La comadrona asume el liderazgo de la maniobra de reanimación. Con decisión, toma el aparato y lOrganización Mundial de la\nSaludo coloca cubriendo la pequeña nariz y los labios, haciendo un sello hermético entre las manos. Segura de su técnica, aprieta con firmeza la bolsa, insuflando la primera bocanada de aire en los pulmones inmóviles del recién nacido.

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Uno… dos… tres… cuatro… y cinco. Para. Observa con atención.
El cuerpo empieza a respirar por sí solo. Parece un milagro, sin embargo no lo es; es el conocimiento. Una comadrona bien formada acaba de poner en práctica lo aprendido en el curso de reanimación neonatal.

Con una correcta técnica y maniobras de insuflación, el 90% de los recién nacidos consigue evitar la muerte y graves secuelas como la parálisis cerebral debido a la falta de oxígeno en los primeros segundos de vida.

Un escalofrío recorre todo mi cuerpo al escuchar el llanto de un nuevo niño que acaba de volver a nacer en el hospital de Gambo, en la Etiopía rural. Tiene apenas 10 minutos de vida y ya ha muerto y resucitado.

Momina, la madre, ha acudido a realizar las cuatro visitas de seguimiento prenatal que aconseja la Organización Mundial de la
Salud, gracias a las cuales hemos garantizado un adecuado seguimiento del embarazo. También le hemos dotado de un suplemento nutricional con ácido fólico para evitar malformaciones del tubo neural, como la espina bífida, que son mortales en la Etiopía rural. Momina ha acudido a Gambo al sentir las primeras contracciones, ha sido atendida durante el parto por comadronas bien formadas, con material estéril y siguiendo correctas medidas de higiene.
Si Mishu hoy en día sigue viva es por la importancia de la formación del personal sanitario y sensibilización de la comunidad. Esto es lo que realizamos en la Etiopía rural.

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La mayoría de las muertes tanto maternas como perinatales son evitables. En Etiopía, la mortalidad materna sigue siendo demasiado elevada, alrededor de 412 madres por 100.000 nacimientos, lo que significa que alrededor de 11.000 mujeres mueren cada año al dar a luz. Cada 1.000 nacimientos, 46 niños fallecen antes de alcanzar los 28 días de vida, lo mismo que alrededor de 87.000 cada año antes de alcanzar los 28 primeros días de vida y 97.000 durante el parto.

Nos hemos propuesto un reto: que no muera ninguna madre al dar a luz ni ningún niño al nacer por una causa que podríamos haber evitado. Nuestro lema en lengua oromo es «Haati Takkallee Lubbuu kenuuf lubbuu dhabuu hin qabdu” [Ninguna madre debe morir al dar vida, ningún niño debe morir al nacer].

Iñaki Alegría Coll es pediatra, director médico del Hospital General Rural de Gambo (Etiopía) y fundador de la ONGD Alegría Sin Fronteras

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Cuando hasta las cifras olvidan a las excluidas

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Cuando hasta las cifras olvidan a las excluidas

No falta comida. El mundo produce la suficiente comida para alimentar más de la población mundial. No falta riqueza. Hay suficiente riqueza para que todos vivamos bien.

Falta justicia. Falta robar menos y amar más.

Falta luchar contra la desigualdad.

Cerca de 6,6 millones de niños menores de cinco años mueren cada año. La mayoría lo hacen por causas prevenibles. Esto significa que su derecho fundamental a sobrevivir y desarrollarse no se hizo efectivo. O lo que es lo mismo, cada cuatro segundos muere un niño menor de cinco años.

Las cifras cuentan historias sobre las circunstancias en que los niños nacen, son atendidos, crecen, aprenden, trabajan y se relacionan con los demás, al igual que los modos en que se abren paso en el mundo.

La mayoría de los países carece de datos válidos, confiables, pertinentes, oportunos y comparables, con los que poder describir todos  los aspectos en juego. Las cifras engañan, no nos dicen toda la verdad. A los ojos de la estadística, el niño no registrado no existe. Faltan demasiados datos. Hacen falta más registros a nivel mundial. Tan solo estamos viendo la punta del iceberg.

Las estadísticas globales hacen invisibles las diferencias que existen dentro de un mismo país, dentro de una misma ciudad, dentro de un mismo barrio. Así, por ejemplo, en la ciudad de Barcelona, la esperanza de vida varía ocho años de un barrio a otro. En el barrio del Raval la esperanza es de 73 años mientras que en Pedralbes de 81 años. El caso de Barcelona no es un caso aislado. Esto sucede en la mayoría de las ciudades.

Ante las estadísticas globales, cada niño a nivel individual se vuelve invisible.

Es el caso de Nuriya, una historia invisible.

 

Nuriya, una historia invisible

Nuriya pesa 6,5 Kg. Podríais pensar que tiene 3 o 4 meses de vida, pero no, muy lejos de ello, nuestra querida Nuriya llegó al mundo hace ya 5 años y sigue pesando 6,5 Kg.

Llega al hospital de Gambo en brazos de su padre. Nuriya no tiene fuerzas para caminar, está tan débil que no puede ni sostenerse en pie. Su rostro refleja miedo, a la vez que un gran sufrimiento, el sufrimiento de no tener nada que llevarse a la boca desde hace no días ni semanas, sino meses incluyo años, hasta llegar a cumplir los 5 años de vida y seguir con un peso de 6,5 Kg.

Una medida que utilizamos para medir la desnutrición es medir el perímetro braquial con una cinta métrica. En el caso de Nuriya era de 9 cm. Que para que os hagáis una idea, probad de coger una cinta métrica y hacer una circunferencia con un perímetro de 9 cm, veréis que es prácticamente del tamaño de vuestro dedo pulgar, en algunos casos incluso vuestro dedo pulgar será más grande! Pues bien, lo que podría ser el perímetro de vuestro dedo pulgar es el perímetro del brazo de Nuriya.

Ingresamos a Nuriya en la unidad de desnutrición. Los primeros días apenas tiene fuerza para sostenerse sentada, apenas tiene fuerza para masticar, le damos el alimento con una sonda a través de la nariz.

Día a día va recuperando la fuerza y la vitalidad de la que había sido privada.

A las 3 semanas de estar ingresada nos deleita con una preciosa sonrisa, una de las sonrisas más alegres que jamás haya visto, sobre todo después de haberla visto tres semanas antes con esa mirada de haber vivido demasiado. Ahora Nuriya vuelve a tener fuerzas para vivir.

Ahora ya tiene fuerza para sostenerse en pie y caminar. Vuelve a ser la niña que nunca debería haber dejado de ser, la niña con ganas de jugar, reír y pasarlo bien! Nuriya acaba de recuperar la infancia que jamás debería haber pedido! Nuriya acaba de recuperar la vida!

Nuriya es el rostro de la desnutrición, el nombre propio, la mirada que se esconde detrás de cada cifra. Tenemos muchas más Nuriya a las que devolver la infancia robada!

Tenemos demasiadas Nuriyas que no figuran en ninguna estadística.

 

Registros para la exclusión

En definitiva, superar la exclusión comienza con datos inclusivos. Aún hay demasiada exclusión en los datos.

“La mala salud de los pobres, el gradiente social de salud dentro de los países y las grandes desigualdades sanitarias entre los países están provocadas por una distribución desigual, a nivel mundial y nacional, del poder, los ingresos, los bienes y los servicios, y por las consiguientes injusticias que afectan a las condiciones de vida de la población de forma inmediata y visible (acceso a atención sanitaria, escolarización, educación, condiciones de trabajo y tiempo libre, vivienda, comunidades, pueblos o ciudades) y a la posibilidad de tener una vida próspera. Esa distribución desigual de experiencias perjudiciales para la salud no es, en ningún caso, un fenómeno ‘natural’… Los determinantes estructurales y las condiciones de vida en su conjunto constituyen los determinantes sociales de la salud” (Comisión de la OMS sobre Determinantes Sociales de la Salud, 2008)

Los determinantes sociales de la salud repercuten directamente en la salud, permiten analizar la inequidad sanitaria e interactúan mutuamente en la generación de salud.

Como antes se ha dicho, se pone de manifiesto que las estadísticas globales hacen invisibles las diferencias que existen dentro de un mismo país, dentro de una misma ciudad, dentro de un mismo barrio… Dicho de otra forma, el código postal es más importante que el código genético.

Actuar sobre los determinantes sociales de la salud es actuar sobre la base, es actuar sobre las causas de las causas.

“Si los determinantes de la salud más importantes son sociales, sociales también deberán ser las soluciones” (Michael Marmot, profesor de Epidemiología y Salud Pública en Londres).

Fecha de publicación: 25-04-2016
Autor/es:

Artículo publicado en Revista Familia y Salud

http://www.familiaysalud.es/mas-informacion-util/noticia-social/cuando-hasta-las-cifras-excluyen-los-excluidos