Sombras al Sol
Cuerpos sin manos,
manos sin nombre,
nombres jamás pronunciados,
abrazos que nadie escoge.
Invisible presencia,
o ¿visible ausencia?
Consumidos por la sociedad,
silenciosos…
sin molestar…
temerosos…
Noche a noche
lentamente muriendo,
entre derroches
sobreviviendo.
Abrazos al viento,
lágrimas evaporadas,
palabras al silencio,
perdidas miradas.
Entre esquivas miradas,
acelerados pasos,
perros sin amo,
espectadores sin entrada.
Mendrugos de pan
luchan por no morir,
entre manjares sin fin
de avaricia capital.
¿Seremos aún capaces
de nuestras sobras darles
y sentirnos por ello generosos?
Odiosos somos.
Son legalmente ilegalmente robados
para luego de robo
legal ilegalmente acusados
por los dueños del oro.
Somos magos,
las personas transformamos
en muebles de cartón,
magos del horror.
Están pero no son
considerados por nosotros
más que engorro,
sombras al Sol.
Están pero no son,
quemados por el Sol
como si piedras fuesen,
día a día permanecen.
Son usados, utilizados,
como si seres no fuesen,
más que estatuas de barro,
muebles de carbono abandonado.
Están pero no son,
recordados por el olvido,
lloran su canción,
por la hipocresía carcomidos.
Cuerpos oxidados,
almas abandonadas,
más al fin, humanas,
y por nosotros ignorados.
Somos magos,
las personas haciendo desaparecer
con nuestro corazón vendado,
magos del no sentir al no ver.
Huellas sin camino,
sin destino perdidos
en el presente sin higiene,
en el futuro ausente.
Frío, puñales de hielo llueven,
a cubierto del cielo descubierto
sin reparo mueren
sepultados por el tiempo.
Al amparo del desamparo,
a la presencia de la ausencia,
al paro sin reparo,
a la entrada sin puerta;
a la casa sin hogar,
a la cama de cartón,
a la compañía de la soledad,
a la bienvenida con un adiós;
al movimiento del parado,
al parado en movimiento
buscando entre excrementos
sin encontrar arado.
A la sombra de la luz,
al sudor lavando su piel
huyendo del ataúd
que tiene más vida que él.