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Ponte en la piel de los héroes que combaten la COVID19 en primera línea… …y en la piel de los que la padecen en primera persona

Ponte en la piel de los héroes que combaten la COVID19 en primera línea... ...y en la piel de los que la padecen en primera persona África

Ponte en la piel de los héroes que combaten la COVID19 en primera línea…

…y en la piel de los que la padecen en primera persona

El músculo liso de mi corazón se contrae 80 veces en un minuto, bombeando litros de sangre en cada contracción que recorren los 100.000 kilómetros de longitud de la red de arterias y venas.

Es todo perfecto, hasta que empieza a fallar.

Los músculos se coordinan para expandir las costillas.

La perfección del cuerpo humano comprime con una presión negativa el pecho.

No puedo respirar.

Me estoy ahogando.

Quiere respirar hasta con la mirada.
La caja torácica se convierte en su enemiga. Los músculos intercostales se contraen exprimiéndose para abrir las costillas y facilitar así la expansión del pulmón.
El diafragma comprime la cavidad intestinal con el fin de expandir la torácica, robar espacio al abdomen para entregarlo a los pulmones.
El cuerpo coopera, todos trabajan unidos, cada uno en su lugar para que el aire consiga alcanzar los preciados alvéolos pulmonar.El alvéolo pulmonar es el lugar en el que se realiza el intercambio gaseoso, donde la sangre vierte el dióxido de carbono y se llena de oxígeno que repartirá a través de los 100.000 kilómetros de longitud de la red de arterias y venas a todos los rincones del cuerpo.

No puedo respirar. Me estoy ahogando.Repiten sus palabras y su imagen lo corrobora.
La contracción de los músculos intercostales dejan al desnudo las costillas que parece que vayan a romper la frágil piel.
El diafragma sube y baja a un velocidad espeluznante.
Y la nariz aletea,

Se me nubla la vista.

Apenas puedo distinguir los rostros.Una capa de sudor me recorre el cuerpo cubierto de una capa de plástico que actúa de barrera contra el Coronavirus y también contra todo tipo de transpiración, convirtiendo el calor corporal en una sauna.
El cuerpo suda sin saber que no tiene sentido alguno pues el aire no puede evaporar las gotas de sudor caliente y así refrescar mi piel haciendo descender la temperatura. De modo que sigo sudando sin sentido.
La distancia de seguridad resulta difícil.

 

Inspira profundamente

Inspira profundamente con todos los músculos de su cuerpo como si cada respiración fuese la última. Y es que quizá lo sea.

Moviliza todos los músculos de su cuerpo en cada inspiración para poder coger el máximo aire posible. Cada respiración es una batalla ganada, un aliento de aire para prepararse para la siguiente inspiración. La batalla no para. La muerte acecha robando el aire, cerrando las vías respiratorias.

Tiene 4 años y llega al hospital agotada, lleva demasiado tiempo luchando contra la muerte en cada respiración. Sus bronquios están obstruidos y necesita todo el esfuerzo de los músculos de su cuerpo para hacer entrar en los alvéolos pulmonares el aire necesario para oxigenar los tejidos de su cuerpo. Y lo está consiguiendo. Pero se encuentra cada vez más extenuada. Y en este partido no hay descanso, no hay tiempo muerto. La bronquitis acecha. En cada respiración se le dibujan las costillas en el pecho, muestra del esfuerzo de los músculos para abrir todo lo posible la caja torácica y poder expandir al máximo los pulmones.

Ha llegado al hospital. Podemos y debemos actuar. Salbutamol, una medicación para abrir los bronquios. Hidrocortisona, corticoides para combatir la inflamación. Y oxígeno. El aire preciado, el aire que da vida, el oro en forma gaseosa. Oxígeno, un recurso escaso en los hospitales rurales como Gambo debido a su elevado precio.

Exprime sus pulmones tatuando el reborde de cada costilla en su negra piel. Uno, dos, uno, dos, uno, dos…

Los músculos intercostales, subcostales se están extenuando.

Con todas sus fuerzas extiende el cuello hacia el infinito, intentando inhalar la mayor cantidad de oxígeno posible, exprimiendo el horizonte. Pero de poco sirve.

Los bronquios se encuentran colapsados, aquí radica el problema, el aire con oxígeno se desliza con dificultad silbando durante cada inspiración.

Le cuesta respirar, pero tenemos escasez de oxígeno. Estamos comentando que tenemos nueve niños que necesitan oxígeno y tenemos solo dos concentradores de oxígeno y cilindros de oxígeno que se están vaciando.

Tenemos que calcular todos los que necesitan oxígeno y priorizar entre los que están más graves. Es una situación muy dramática. Hace falta conseguir más concentradores para no tener que racionar tanto el oxígeno.

Cuando se va la luz nos vemos obligados a poner el generador de fuel que es la ruina económica. La alternativa son los cilindros de oxígeno, el problema es que tan solo se pueden rellenar en la capital y también es muy costoso el transporte de las pesadas bombonas.

Mientras tanto,  demasiados niños siguen luchando por conseguir aire.

Debemos priorizar a los niños y adultos que más lo necesitan. En cuanto mejoran los retiramos para beneficio de los que han empeorado.

Estamos sin suficiente oxígeno para hacer frente a la COVID19

#Coronavirus

#COVID19

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Hablar de África y Coronavirus o El peligro de caer en los estereotipos al querer hablar de romperlos

Hablar de África y Coronavirus o El peligro de caer en los estereotipos al querer hablar de romperlos

Los titulares del Coronavirus en África son esperanzadores, y pensaba que también positivos antes de compartirlos con mis colegas etíopes y que me desconfinaran la mirada y me mostrasen los tintes colonialistas.

“A nosotros nos sorprende que el Coronavirus esté causando miles de muertos en España e Italia. A vosotros os sorprende que no los esté causando en África. Nosotros habíamos idealizado la fortaleza de Europa. Vosotros habíais infravalorado la capacidad de respuesta de África.” Así de contundente me ha dado respuesta la Dra. Samrawit , la primera doctora residente en Gambo proveniente de Addis Abeba.

“Cada vez que leo una noticia positiva sobre África ya sé que van a hablar de algo acerca de romper estereotipos. Eso me molesta. Quizá sea el momento en el que hablar sobre algo positivo de África ya no signifique romper estereotipos.” me comenta con voz serena, pero en la que puedo percibir cierto enojo en su tono. Y tras una breve pausa prosigue. “En mi caso. Soy mujer. Soy etíope. Soy doctora. Quiero hacer la especialidad de cirugía. Parece que las mujeres como yo rompemos estereotipos tan solo con existir.  Hasta que no entendamos que hablar de África en positivo no implica hablar de romper estereotipos, no conseguiremos acabar con ellos.” Samrawit, me habla con calma pero con palabras firmes.

Las palabras de la Dra Samrawit me hacen reflexionar.  Su voz no es la única que se escucha, la suya es tan solo un ejemplo de la mentalidad de jóvenes etíopes que me hacen reflexionar y con sus palabras contribuyen a derribar los muros que todavía envuelven mi mirada y mentalidad heredadas de una educación recibida en un país blanco, europeo y colonizador. El continente se ha liberado de la época colonial pero aún persiste una historia de África construida desde fuera, una imagen del continente basada en lo que le falta, no en lo que tiene.

Samrawit, es una de las muchas personas que he conocido en Etiopía y me ha hecho ver que debo descolonizar mis pensamientos. Llegué a Etiopía por primera vez hace más de ocho años, y lo hice con una mentalidad superior, pensando que tenía algo que ofrecer y con una equivocada visión del voluntariado y la cooperación (“Consejos que hubiese agradecido antes de ir de cooperación”). No es malo ofrecer. El problema es cuando pienso que eso que tengo que ofrecer es porque ellos no lo tienen. Por supuesto, quiero seguir ofreciendo a Etiopia, un país que me ha enamorado, pero no porque ellos no lo tengan, sino ofrecer como podría ofrecer en Noruega, por decir algo.

También debo mencionar el trabajo que está realizando el Dr Firaol, un joven médico etíope que estudió en el Saint Paul’s Hospital de Addis Abeba. Nos conocimos en el Hospital de Gambo, cuando vino a trabajar durante un año dentro de un marco de colaboración nacional entre el hospital rural y el de la capital. Un programa de cooperación nacional en el que cada año tres médicos recién licenciados realizan una estancia de un año en el hospital rural y de este modo completan su formación, a la vez que aprenden otra realidad y nos ayudan a cubrir el déficit de médicos que tenemos en Gambo.

“Estamos acostumbrados a trabajar durante epidemias.  No es la primera vez que trabajo en un hospital de campaña, ni tampoco en un hospital que se ha reorganizado completamente para atender una epidemia.”  me cuenta Firaol. “En el Hospital de Gambo he aprendido a trabajar en una emergencia continua, a combatir una epidemia de sarampión, a atender partos complicados, a realizar una correcta reanimación neonatal, a ver morir madres en el momento del parto. He descubierto una nueva Etiopía que desconocía dentro de mi propio país.”

Ahora está colaborando en la creación del hospital de campaña en la capital con 1000 camas para atender a las personas con COVID19 en el pabellón Millenium Hall, el pabellón que acogió la celebración de la paz entre Etiopía y Eritrea que llevó al primer ministro Abiy Ahmed a ganar el premio Nobel de la Paz.

Aún es pronto para extraer lecciones y conclusiones, pero sí que es una invitación a mirar a África, no solo para hablar de hambruna, miseria, pobreza… sino también para aprender mutuamente y compartir experiencias en el manejo de epidemias, pandemias y políticas sanitarias… pero no como la excepción, tampoco para romper estereotipos, sino quizá como la nueva normalidad.