El día que se rompió mi capa

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El día que se rompió mi capa

“Lo más triste de África son mis estereotipos, mitos y prejuicios”

Me fui de cooperante a salvar un país muy pobre. Un país abofeteado por la hambruna, la guerra, la violencia.

Me fui queriendo ser la solución, la salvación. Ponerme la capa de superhéroe.

Dejarlo todo.

Allí se me rasgó la capa de súper  héroe y toqué de pies en la tierra, perdiendo la aureola de blanco salvador y viendo que ni yo soy más ni ellos menos.

Viviendo con ellos, entre ellos, me di cuenta que:

“No están siempre sonriendo”

“No son felices con nada”

Si fuesen felices con nada no se jugarían la vida cruzando desiertos y mares para llegar a nuestro país.

He aprendido que África no existe, existen los países, las personas… y cada una es única e indescriptible, convirtiendo en misión imposible poder describir el continente entero.

He descubierto rascacielos construidos por arquitectos etíopes, hospitales dirigidos por excelentes médicos locales. Etíopes que sueñan, se enamoran… como nosotros. Aunque haya pensado que “esto no parece África” me di cuenta que aunque esto no es la imagen preconcebida que tenía de África, esto también forma parte del continente olvidado, silenciado, ignorado, pero sobretodo infantilizado, infravalorado.

Y que ayudan… como ayudamos nosotros, a quienes más sufren en su país. Una solidaridad dentro del país. No perfecta, sino como la nuestra, imperfecta, con personas mejores y otras no tanto, con paternalismos e inocencia.

Pero sobretodo he aprendido a no juzgar. Y a amar,

Y a vivir.

Y trabajar, no como cooperante, sino como médico, siendo uno más.

 

Que Etiopía no es solo hambre, guerra, desierto, miseria… la hay, es cierto, pero creer que solo existe eso es parcial. Etiopía en también historia, riqueza, orgullo, pasión, bosques, cataratas, gastronomía, rascacielos, sueños, hospitales, líderes políticos, nobel de la Paz… ideas y pasión.

Hospitales llenos de jóvenes estudiantes de medicina, cirujanos cardíacos que realizan intervenciones de corazón y no son blancos, son etíopes.

Que la mejor ayuda humanitaria quizá no sea la que lleva más toneladas de comidas o más centeneras de médicos… sino la que apuesta por potenciar los profesionales locales y la economía del país.

En un mundo globalizado la historia única ya no tiene lugar.

Quizá falta más empatía, ponerse al lugar del otro, para descubrir que quizá somos más iguales de lo que nos pensamos.

Que las diferencias entre un español y un etíope pueden ser tan pequeñas como mi vecino del primero y yo, y tan grandes como mi vecino y yo, pues al fin y al cabo, vecinos somos.

 

Ahora, quiero acercar esta historia. El saber nunca ocupa lugar, ya no es solo necesario saber, es justo saber la otra historia.

 

La historia está hecha de historias.

Una historia con una sola historia no es historia.

Del mismo modo que una persona no forma una ciudad aunque forme parte de ella;

Una historia única forma parte de la historia, pero no es La Historia.

 

Todo lo que os estoy contando no es más que una humilde historia más que se unirá al otro mar de historias para formar parte de la historia, y con sus aciertos y errores formar parte de la historia y aprender para seguir construyendo las historias.

 

No te creas todo lo que te cuento, no es más ni tampoco menos que lo que te puedan contar otros, es igual de importante, juntos construimos el puzle, y todas las piezas son igual de importantes.

 

Querer comprender Etiopía con una historia es como creerte que la única pieza del puzle refleja todo, no es que sea falso lo que lees o ves, sino que es incompleto.

Uno más…

 

Sobre el autor

16 comentarios en “El día que se rompió mi capa”

  1. ¡Muy bien dicho Iñaki! ¡Enhorabuena por tu trabajo y este excelente escrito! ¡Bravo!

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