Creía el pie que podía caminar sin manos, y no subió a ninguna rama.
Creía la mano que los pies no eran necesarios, y apenas se desplazó un palmo.
Creía la mente que no necesitaba el corazón y sin azúcar jamás pudo volver a pensar.
Creía el corazón que no necesitaba la mente, y latió sin razón.