Entramos en la sala de hospitalización de pediatría. Un hedor, que nunca nos abandonará, impregna el ambiente. 32 camas. 64 niños. Escasos metros cuadrados.
Mis oídos están preparados para identificar el típico quejido del niño con neumonía, sin embargo, quedan atisbados ante el concierto de quejidos a 4 voces: 4 niños con escasos años de vida, 2 niños por cama, y una cama junto a la otra. Se confunden los quejidos, se confunden los olores, se confunden las vidas… las madres, no obstante, jamás se confunden ni en Europa ni en África.
La malnutrición severa alimenta más de la mitad de las camas de pediatría. 2 niños por cama. Ingreso mínimo de un mes, tan solo acortado por la muerte, visita que acude diariamente.
Recién nacidos, lactantes de escasos meses de vida… luchando contra neumonías, tuberculosis, malaria, deshidratación, debuts diabéticos, anemia severa…
“No podemos permitir que continúen existiendo niños/as de 2 años de vida que pesen 6 Kg y que midan 76 centímetros de los pies a la cabeza, con un perímetro braquial de 9 cm. Su peso es menos del 60% del que tendrían que tener.”