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En el día mundial de la salud Rendimos homenaje a las auténticas heroínas que salvan vidas cada día : las matronas 

En el día mundial de la salud Rendimos homenaje a las auténticas heroínas que salvan vidas cada día : las matronas

Aquí te explicamos como se salva una vida.

En el día mundial de la salud Rendimos homenaje a las auténticas heroínas que salvan vidas cada día : las matronas  África

Nosotros creemos que hay algo mejor que salvar vidas, enseñar a salvarlas

 “Hay algo mejor que salvar vidas: enseñar a salvarlas”

#SaludUniversal

#SaludParaTodos

#Health4All

#Midwives

 

Mi corazón, de golpe, late con fuerza y el pecho está a punto de estallarme. Todo ha ido bien en el parto de Momina hasta que, al avanzar la cabeza del bebé, me encuentro el cordón umbilical estrangulando su cuello débil. La comadrona, sin embargo, afloja la horca involuntaria con habilidad y el pequeño sin nombre se desliza entre un río de sangre. Un cuerpo flácido, azul como el cielo, llega al mundo, no sabemos si también a la vida. Pinzamos el cordón que une la placenta materna con el bebé y esperamos a que su llanto infle de aire sus recién estrenados pulmones, pero pasa un segundo que se hace eterno y no llega ningún sonido.

Tomamos el cuerpo inerte, inmóvil, y lo depositamos en la cuna de reanimación. Aparentemente está sin vida, pero entre nuestros dedos podemos sentir el latido del cordón umbilical. Late el cordón, late el corazón del bebé y el nuestro aún más. Está vivo. Ahora cada segundo que pasa juega en nuestra contra, es un paso atrás de la vida y uno adelante hacia la muerte. Hay que actuar con premura, pero con precisión y profesionalidad.

Sujetamos el ambú (el resucitador manual), colocamos de manera hermética la mascarilla cubriendo la boca y la nariz del bebé y empezamos a apretar, insuflando el aire. La comadrona asume el liderazgo de la maniobra de reanimación. Con decisión, toma el aparato y lo coloca sobre la pequeña nariz y los labios, haciendo un sello hermético entre las manos. Segura de su técnica, aprieta con firmeza la bolsa insuflando la primera bocanada de aire en los pulmones inmóviles del recién nacido.

Uno… dos… tres… cuatro… y cinco. Para. Observa con atención. El cuerpo empieza a respirar por sí solo. Parece un milagro, sin embargo no lo es; es el conocimiento. Una comadrona bien formada acaba de poner en práctica lo aprendido en el curso de reanimación neonatal.

Con una correcta técnica y maniobras de insuflación, el 90% de los recién nacidos consigue evitar la muerte y graves secuelas como la parálisis cerebral debido a la falta de oxígeno en los primeros segundos de vida.

Un escalofrío recorre todo mi cuerpo al escuchar el llanto de un nuevo niño que acaba de volver a nacer en el hospital de Gambo. Tiene apenas diez minutos de vida y ya ha muerto y resucitado.

Momina, la madre, ha acudido a realizar las cuatro visitas de seguimiento prenatal que aconseja la Organización Mundial de la Salud, gracias a las cuales hemos garantizado un adecuado seguimiento del embarazo. También le hemos dotado de un suplemento nutricional con ácido fólico para evitar malformaciones del tubo neural, como la espina bífida, que son mortales en la Etiopía rural. Momina ha acudido a Gambo al sentir las primeras contracciones, ha sido atendida durante el parto por comadronas bien formadas, con material estéril y siguiendo correctas medidas de higiene.

Si Mishu hoy en día sigue viva es por la importancia de la formación del personal sanitario y la sensibilización de la comunidad. Esto es lo que realizamos en la Etiopía rural. No es un milagro, es la importancia de la formación. Una madre da a luz. Una joven comadrona resucita al recién nacido y evita la tragedia.

La mayoría de las muertes tanto maternas como perinatales son evitables. En Etiopía, la mortalidad materna sigue siendo demasiado elevada, alrededor de 412 madres por 100.000 nacimientos, lo que significa que alrededor de 11.000 mujeres mueren cada año al dar a luz. Cada 1.000 nacimientos, 46 niños fallecen antes de alcanzar los 28 días de vida, lo mismo que alrededor de 87.000 cada año antes de alcanzar los 28 primeros días de vida y 97.000 durante el parto.

Con una correcta técnica y maniobras de insuflación el 90% de los recién nacidos se recupera, vuelve a la vida y esquiva la muerte, al tiempo que se evitan graves secuelas como la parálisis cerebral debido a la falta de oxígeno en los primeros segundos de vida. Nunca unas siglas habían significado tanto. Son maniobras que salvan vidas al nacer.

BEmONC – Basic Emergency Management Obstetric and Newborn Care

ENC – Essential Newborn Care

HBB – Helping Babies Breathe

 Más del 90% de niños que nace con depresión respiratoria se recupera con una correcta ventilación aprendida durante el curso de formación “Helping Babies Breathe”. Con el curso de formación BEmONC se aprenden a resolver las principales complicaciones obstétricas como la hemorragia preparto, parto de nalgas, eclampsia y pre-eclampsia, y hemorragia post-parto. Ninguna madre debe morir al dar a luz.

La báscula marca 1.190 gramos de alma de superviviente para luchar por la vida. Rezo para que no caiga la luz. La nueva vida necesita sobrevivir con oxígeno e incubadora  para llegar al fin a vivir.

En Etiopía primero sobrevives, luego los más afortunados llegan algún día a vivir.

Las lágrimas celestiales se derraman por la tierra de Gambo. Las manos alzadas de los pabellones protegen los frágiles cuerpos ingresados ofreciendo refugio. Son los cuerpos sin músculo sostenidos por el gran alma de las madres y trabajadores del hospital de Gambo que durante día y noche ofrecen la leche terapéutica, antibióticos y cuidados que necesitan,

Cae el cielo pero la actividad, refugio y asistencia humanitaria continúan en Gambo.

Mientras las enfermeras todavía están recuperándose del esfuerzo del parto de Mishu, sin descanso, Fatuma llega bajo el diluvio. Su sudor se confunde con las lágrimas. Nos encontramos en la entrada del hospital. Todo aparece teñido de sangre, es en este preciso instante cuando la rapidez de las comadronas y el personal de enfermería, desafiando la lluvia que les empapa, atienden con profesionalidad y seguridad el parto inminente.

Entre las piernas de Fatuma asoma ya la pequeña cabeza de una nueva vida que, dos meses antes de tiempo, quiere llegar bajo la lluvia. Silencio. Tan solo se oye la caída libre de las gotas celestiales contra la tierra encharcada.

El agua bautiza el pequeño cuerpo del recién nacido que se desliza entre el canal de la vida. Silencio absoluto. Llora el cielo el silencio de la nueva vida.

Una bocanada de aire a presión insuflada por la comadrona llena de aire los nuevos pulmones. El llanto del recién nacido contagia la alegría de los acompañantes. Hay vida pero no hay tiempo para perder.

Con urgencia es trasladada a la unidad neonatal y acompañada de soporte de oxígeno e incubadora. Una nueva vida salvada, por el momento. La batalla por la vida es larga y llena de retos. Una vez en cuidados intensivos, ya en la incubadora, continúa aferrándose a la vida.

Cae la noche. El astro rey se desmorona por el horizonte y reina la oscuridad en el mundo rural de Gambo, estos días sin luz.

Descansa el pueblo, pero no todos, en el hospital la actividad continúa. Son los héroes invisibles, trabajadores en silencio que en la oscuridad salvan vidas mientras otros duermen. Héroes invisibles que tan pronto traen bebés al mundo bajo la luz de una linterna, como resucitan recién nacidos gracias al nuevo curso de formación recibido de “Helping Babies Breathe”. Y en la unidad terapéutica nutricional sigue la actividad preparando y distribuyendo la leche terapéutica para los niños y niñas con desnutrición cada 3 horas. La rotación del personal permite garantizar el trabajo durante las 24 horas del día todos los días del año.

El cielo se desmorona sobre el hospital y en un instante reina la oscuridad absoluta. Se acaba de ir la luz. Las linternas nos alumbran pero la vida de Damitu corre peligro.

Piel con piel es la salvación. El diminuto cuerpo de Damitu descansa ante el cálido hogar de su madre. Aster, así se llama, sostiene sobre su vientre el pequeño cuerpo de su hija de apenas un kilo y medio y desconocidas semanas de embarazo. La madre se convierte en la mejor incubadora.

La tercera noche regresa la luz, Damitu puede dormir bajo el calor de la incubadora y Aster cae rendida al instante por el sueño. Ha aguantado dos noches sin apenas dormir. Es la fuerza de la madre.

 

 

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Aplaudir más allá del presente

Aplaudir más allá del presente

Aplaudir más allá del presente África

El reloj vuelve a marcar casi las ocho

Menos de un minuto para empezar el aplauso

Estamos ya ansiosos

Aplaudimos porque van a ser las ocho,

Aplaudimos igual que ayer

Buscando el placer

Se ha convertido en un ritual.

 

Pero, en realidad, ¿por qué estamos aplaudiendo?

Aplaudo por los que salvan vidas cada día y luchan contra la injusticia, pero no desde hoy ni ayer, ni tampoco desde hace una semana,

Sino a los que luchan contra la injusticia social desde hace años, incluso toda la vida, por ellos, por los imprescindibles.

Aplaudimos por los que luchan contra la injusticia desde hace siglos.

 

Y cuando podamos salir,

dejaremos de aplaudir,

pero no para volver al pasado,

que nos ha maltratado

 

sino

para unirnos

en esta lucha contra la injusticia

que mata como neumonía

siendo al fin

todos uno mismo

Quizá no sea un espejismo.

 

Mientras

El reloj marca las ocho

Y aplaudo a todos

A los que luchan no desde hoy

Tampoco desde ayer

Ni desde hace una semana,

Sino los que luchan desde siempre

Desde toda su vida

Por la vida de los que nadie lucha

 

Gracias